Pocas son las personas que no se han visto alguna vez envueltos en algún tipo de problema de índole financiera, sea de un modo más o menos grave o importante. Algunas veces se incurre en el error de dejar los ahorros en inversiones arriesgadas, sobre todo depósitos que no cuentan con una correcta remuneración y que en lugar de generar beneficios nos hacen incurrir en unas pérdidas de las que nos cuesta mucho salir. Otras veces contratamos préstamos a unos tipos de interés muy alto para comprar cosas que en realidad no necesitamos y de las que podemos prescindir, mientras que en ocasiones no tenemos más remedio que hacerlo si queremos conseguir algunas de las que sí necesitamos realmente, pero los intereses suben y suben hasta niveles que se convierten en imposibles de afrontar o nos quedamos sin la fuente de ingresos con la que poder hacerlo.
Algunos de estos problemas financieros nos dejan tan marcados que no nos podemos recuperar de ellos durante toda nuestra vida, como cuando las circunstancias nos hacen quedar en números rojos durante algún tiempo y entramos en las listas de impagos, las cuales después y a pesar de haber logrado eliminar todas nuestras deudas se mantienen vigentes durante un período muy largo de tiempo sin que ni siquiera nos hayamos percatado de ello a veces.