¿Tendremos que pagar dinero por suscribir un depósito?

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Ante la depreciación del precio del dinero, como consecuencia de la política monetaria de los organismos comunitarios, no son pocas las voces que alertan – que de seguir con este escenario económico – no habrá más remedio que pagar por suscribir un depósito a plazo. Totalmente absurdo este planteamiento, por muchas y variadas razones.

Si bien la rentabilidad de estos productos bancarios está en mínimos, no es menos cierto que nunca nos costará dinero su formalización. Entre otras razones, porque no habría ningún usuario que lo suscribiese. Sería una postura ilógica y demencial.

Por el contrario, lo que puede suceder probablemente es que bajen aún más su rentabilidad, hasta llegar a un interés que apenas consiga el 0,10% o 0,20%, si se siguen aplicando las mismas políticas monetarias que hasta ahora.

Y que igualmente conllevaría a que miles y miles de ahorradores renunciasen a estos productos, optando por otros más rentables. Pero al referirse que nos costará dinero su formalización, lo que en el fondo se está diciendo, es que una vez descontados la imposición fiscal (muy elevada) no generaría prácticamente rentabilidad, con lo que sería absurdo contratarlos. Fuesen a cualquier plazo de permanencia posible.

Aunque siempre quedaría la alternativa de contratar alguna imposición que pudiese elevar sus márgenes de rentabilidad. Principalmente a través de depósitos vinculados a otros activos financieros (renta variable, euríbor, metales preciosos…). Pero también suscribiendo los denominados depósitos de bienvenida, que están destinados a los nuevos clientes o aportaciones recientes.

En estos casos, se podrían elevar los tipos de interés hasta un mínimo garantizado en torno al 1,50% o 2,00%, y que de cumplirse sus condiciones podrían mejorarse su remuneración. Y que sería, en cualquier caso, la única opción para rentabilizar los ahorros de una forma, más o menos satisfactoria para los intereses de los pequeños y medianos ahorradores.

Incluso pueden combinarse con fondos de inversión, como estrategia innovadora para disponer de más dinero en sus vencimientos. Y que en la mayoría de los casos, se conseguiría este objetivo, garantizándose el capital invertido y una mínima rentabilidad por los ahorros depositados.