Si bien en la bolsa hay que diversificar los ahorros a través de una amplia cartera de valores, no ocurre lo mismo con los depósitos a plazo. La razón es muy simple, y se debe a que estos productos son similares en cuanto a la retribución que ofrecen a los impositores, y porque sus características son prácticamente las mismas.
No debe formalizarse varias imposiciones a la vez, aunque sean a diferente plazo, y si el deseo es depositar todos los ahorros (o gran parte de ellos) en estos productos lo mejor será aglutinar todos en un mismo diseño, sin tener que contratarlos en vario. No en vano, supondrá una molestia en la formalización de tantos modelos, y probablemente con vencimientos diferentes.
La diversificación en estos productos bancarios no existe, y si algún usuario la comete, estará incurriendo en un gran error de estrategia. Además, no podrá beneficiarse de las oportunidades que le irá generando el mercado financiero todos los días, a través de diferentes productos para el ahorro y la inversión.
En todo caso, y si están a gusto con el producto, siempre tendrán la opción de renovarlo a su vencimiento, y beneficiarse de su rentabilidad. No obstante, ésta será muy pequeña en los actuales momentos, y raramente superará los márgenes del 1%, a no ser que quiera vincular el depósito a otros activos financieros, y en cuyo caso, doblara sus beneficios.
Una estrategia a al que pueden optar los pequeños ahorradores consiste en destinar parte de sus ahorros a estos productos de renta fija, y otra a la renta variable para conformar una cartera de inversión mixta que combine la seguridad con el riesgo. Y que actualmente es el camino para mejorar el patrimonio de los usuarios bancarios.
También habrá que contar con que ciertos depósitos a plazo tienen unos importes de suscripción demasiados elevados, en torno a 10.000 euros, que permitirán aglutinar todos los ahorros de los particulares. Sin tener que dividir las aportaciones monetarias en varios depósitos a la vez, que no es una correcta operación para los clientes.