Probablemente si el lector en los últimos tiempos ha tenido que acudir a la contratación de algún tipo de producto de financiación habrá encontrado, además de unas condiciones complicadas debido a la restricción de las entidades financieras a la concesión de préstamos, con que surgía la figura del seguro de protección de pagos como un elemento opcional en algunos casos, obligatorio en otros casos, pero cada vez más presente dentro de las operaciones de financiación.
Ciertamente los seguros de protección de pago han aumentado de manera exponencial en los últimos años asociados a los más diversos productos de financiación, y cada vez en mayor medida a productos en los que antes no resultaban tan visibles como los propios préstamos al consumo.
Lo anterior desde luego tiene, desde el punto de vista las entidades financieras, una lógica aplastante si tenemos en cuenta que, al margen de los préstamos hipotecarios, la morosidad en los préstamos al consumo ha sido y está siendo más que notable en este periodo de crisis, por lo que desde esta perspectiva se entiende la incorporación de un producto que venga a garantizar la devolución de los préstamos en caso de que los usuarios no puedan hacer frente a los mismos.
¿Qué son los seguros de protección de pagos?
Lo cierto es que el propio nombre del producto viene a dejar pocas dudas acerca de su funcionalidad, nos encontramos ante un modelo de aseguramiento que lo que viene a proponernos es convertirse en respuesta a nuestras obligaciones con respecto a la devolución de un préstamo si se diera el caso de que no podemos hacer frente a dichas obligaciones, teniendo en cuenta siempre que las situaciones que generan dicha imposibilidad de amortización del préstamo solicitado se encuentren cubiertas dentro de las coberturas del seguro.
Debemos tener en cuenta en este punto que no todos los seguros de protección de pago muestran el mismo nivel de coberturas, en una extensión máxima de la oferta veremos que la cobertura general del producto alcanza situaciones que van desde la incapacidad absoluta o permanente hasta las bajas laborales pasando por situaciones desafortunadamente más comunes hoy en día como el desempleo.
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